En medio de la agitada plaza de la calle 103 de Corona, un modesto puesto callejero vende uno de los platillos más populares y también más extraños de la región andina ecuatorial.

Históricamente, el Ministerio del Patrimonio de Ecuador refiere que la costumbre de comer tripa llegó a su territorio con la conquista española pero en la región andina se comenzó a preparar a las brasas. Y de la candela ardiente de Sudamérica llegó a Queens.

María Calle emigró a Nueva York desde Ecuador en 1989. Tras varios oficios, hace siete años decidió -junto a su esposo- vender algo que no ofertaban los demás restaurantes de la zona: "Cada vez que yo salía con mi mamá en la tarde; a la salida del mercado, una señora vendía tripas. Yo me puse a pensar y dije 'Bueno, voy hacer algo que no hay aquí'. Es un proceso difícil porque realmente aquí no hay".

Mishqui en quechua, una de las lenguas nativas indígenas en Ecuador, significa dulce o rico. Entonces, la traducción literal de este platillo sería tripa dulce o tripa rica.

Y uno de los clientes corrobora su sabor: "Es como chicle, es como un poquito pegajoso de masticar. Y si le sazonan bien, con una buena curación, sale bueno". 

El plato está compuesto por vísceras de cerdo o res, asadas al carbón acompañado con papa, ensalada y mote, un tradicional grano de la región andina.

Y de acuerdo con Patricio Campoverde, esposo de María Calle: "Es un arte. No todo el mundo lo puede hacer. Los secretos son los secretos de casa ecuatoriana". Y la propia María reafirma la postura: "La sazón exacta no la puedo decir porque es un secreto. Es la sazón que ponía mi abuela".

Aunque María resguarda su legado familiar la preparación de la tripa es compleja pues requiere de cinco días para curarlas, lavarlas, sazonarlas y finalmente cocinarlas al carbón. Por eso solo las venden los fines de semana.

El sabor especial de la tripa viene de la mezcla entre hierbas, comino y la grasa de las vísceras. Definitivamente, la tripa es más rica cuando está más crocante.

Aunque la porción pudiera parecer un poco cara, $15 dólares por plato, está bien surtida y abundante, por lo que tranquilamente pueden comer dos personas.

Y aunque para algunos comer en la calle puede ser ruidoso y molesto, el ambiente de Corona Plaza está sintonizado con la experiencia real de comer tripa mishqui en cualquier esquina de Ecuador.

Algo importante para el migrante que no ha podido regresar a su país y según María: "Eso me llena de nostalgia y por eso es muy importante para mí hacer algo bien, para no hacerle quedar mal a mi país".

Quienes deseen probar la tripa mishqui rodeados de ua verdadera experiencia de  las calles andinas en Nueva York, puede acudir al puesto localizado en la esquina de la calle 104 y Roosevelt Ave., de viernes a domingo desde la 1 de la tarde.