La mexicana Sonia Castrejón de 44 años, y propietaria del taller de costura, La Michoacana en Bushwick, Brooklyn, utiliza sus dotes en este arte para ayudar a otras mujeres que, al igual que ella, han llegado a este país con un propósito.

“Aquí pues este país es de oportunidades y yo vine y pues se me han abierto muchas puertas en el sentido de trabajos y pues lo poquito que se me gusta enseñar. Entonces yo dije bueno, si algún día yo voy a ponerme a cocer y tener una maquinita yo voy a enseñar lo poquito que sé”, señala Castrejón.

Ella dice que llegó a Nueva York con una mano delante y otra detrás hace dos décadas y, desde entonces como todo inmigrante, ha tenido que hacer infinitos trabajos, aunque el que realmente quería no le fue nada fácil:

“Pues en ese sentido no tuve apoyo, si tuve muchos trabajos donde para trabajar, pero ninguno era gratuito, todo era de pagar, si yo quería aprender a coser, pagar, si yo quería aprender otra cosa, pagar, entonces yo dije no, no, no, el día que yo tenga, yo lo voy a hacer gratis”, añade.

Su pequeño taller está situado dentro de una biblioteca comunitaria, por lo que ella agradece a sus vecinos por el apoyo y en retribución, cuenta que  su primera clase la impartió a madres con niños con problemas de salud para que de alguna forma u otra puedan conseguir un ingreso.

“Pues la satisfacción para mí ha sido muy grande, porque como te dije yo he querido llegar aquí y que me abran las manos, puertas y pues en algunas se me dificultó y pues por eso es que yo lo hago”, sostiene Sonia Castrejón.

Dos de las estudiantes, trabajan actualmente con ella y sus amigas y colegas que  la admiran por su labor, dicen que como ella ninguna. Como Victoria Tiros:

“Le dije, pero yo quiero coser, yo quiero hacer, ok tienes experiencia? Hazlo. Me prestó sus máquinas, entonces de ahí me di cuenta de que no era una persona envidiosa, porque otra persona no te presta sus cosas, pero ella no, me dijo ven y entonces desde ahí seguimos la amistad”, indicó.

Al diario recibe llamadas de niños, hombres y mujeres de diferentes partes de la ciudad, interesados en el  próximo curso que tendrá lugar el mes de abril.

“Entonces aquí le vamos a ayudar a conseguir una…El único requisito para mí es que tengan las ganas de salir adelante”, le comenta a alguien que llamó por teléfono.

La Michoacana dice que los materiales salen de su bolsillo, y le busca hasta en tiendas de segunda mano, pero las máquinas son donadas por grupos en la comunidad, y al final son un regalo para sus estudiantes.

Si deseas más información acerca de los talleres o quieres donar una máquina de coser para la próxima clase,  puedes hacerlo mandando un texto al 347-962-4261 o al 929-530-7038. 

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