Hace tres años, Ferni Balbuena fue rescatada con vida de debajo de un tren en El Bronx después de que su padre saltó a las vías con ella. Él murió. Ferni tiene ahora 8 años y juega feliz con su hermano de 5.

Pero minutos después, se pone a llorar por su madre, quien tiene una forma rara de cáncer.

“Es un cáncer que no tiene medicina. Yo tengo días de crisis muy fuertes”, sostiene Balbuelna.

Niurka Caraballo de Balbuena fue diagnosticada con Pecoma el año pasado. Ha probado múltiples tratamientos, pero ninguno tuvo éxito. Su médico le recomendó cuidados paliativos, pero ella quiere estar con su familia:

“No tengo, no tengo con quien dejarlos. Somos nosotros, tres y mi mamá. Mi mamá es quien me ayuda, pero mi mamá que no vive aquí conmigo", afirma.

Quiere que su madre tenga la custodia de sus hijos. La abuela, Carmen Fernández, solo está aquí con una visa de turista, y el 18 de enero debe regresar a la Republica Dominicana:

“Todo el que nos pueda ayudar, que lo necesitamos. Porque mi hija no tiene esposo, los niños no tienen papá. Entonces faltando mi hija, yo sería sola quien les daría ayuda”, dice.

Mientras trabajan con un abogado para obtener una extensión de la visa, tiene esperanza que alguien en un cargo electo pueda ayudarlas a comenzar el proceso y finalmente permitirle tener la custodia.

Es algo que Ferni también quiere.

-      “¿Cuánto amas a tu abuela?”

"Mucho", contesta Ferni Balbuena.

-      “¿Por que?”

“Porque ella cocina”, asegura.

Comida, como solo la propia abuela puede hacer, en su tiempo limitado aquí.

Ayudando a cuidar a sus nietos e hija, quien compartió algunas de sus luchas, como lo que es tan difícil subir los cuatro tramos de escaleras en su edificio.

Niurka no puede cuidar a sus hijos como le gustaría, debido al intenso dolor que incluso sentía al dar esta entrevista. Pero trata de encontrar fuerzas por sus pequeños.

"Yo quiero que mis niños estén con ella. Es la persona más cercana y viable que tengo para yo poder tener confianza, estar tranquila."

A punto de cumplir 45 años, Niurka espera un milagro navideño que le traiga algo de paz, sabiendo que sus hijos estarán con su abuela.