Horacio Fernández Vázquez forma parte del selecto grupo de nueve alumnos nacidos en Latinoamérica que, actualmente, estudian en la prestigiosa escuela de Juilliard.
Pero hay algo más que hace excepcional a este estudiante: "Yo hago música de salsa, de reguetón, de bachata, y eso es algo que nadie hace en el mundo de la música clásica. No creo que haya música menos intelectual o menos refinada que otra. Simplemente son estigmas", comenta Fernández Vázquez.
A sus 23 años Horacio ha roto las estructuras clásicas con los ritmos populares latinos.
Horacio inició sus estudios de piano a los 8 años y, desde muy pequeño, empezó a componer canciones.
Estudió temporalmente en la Benemérita Universidad de Puebla y en Lyon, Francia.
Ha compuesto más de cien piezas musicales, incluyendo música de la obra de teatro mexicana Máscaras sin sentido.
Con esta composición ganó el premio Arturo Márquez en 2016 en la ciudad de México, lo que le abrió camino para llegar a Julliard.
"Yo tuve esa valentía de decir: no. A mí me parece que toda esta arte urbana tiene un valor estético también y creo que eso es lo que les interesó a mis maestros aquí", ahonda Fernández Vázquez.
En Nueva York ha encontrado el apoyo para crear las primeras piezas de bachata y reguetón para que sean interpretados por los músicos de una orquesta.
Horacio Fernández estará presentando el próximo 2 de octubre un concierto de orquesta donde demostrará la influencia de la salsa, la bachata y el reguetón, precisamente en Juilliard.
El concierto es exclusivo para la comunidad universitaria, pero lo ve como oportunidad de resaltar sus raíces del estado de Puebla.
"La cultura indígena poblana es fascinante, la tradición esta milenaria que se lleva haciendo de música se perdió en algún momento pero las raíces siguen ahí", concluye Fernández Vázquez.