HUNT, Texas. — Varios equipos cavaban el miércoles con maquinaria y con sus propias manos entre pilas de escombros que se extendían por varios kilómetros (millas) en la búsqueda de más de 160 personas que se cree están desaparecidas en las inundaciones repentinas que devastaron la región de Hill Country en Texas.

Se han recuperado más de 100 cuerpos, pero el gran número de desaparecidos sugiere que la magnitud total de la catástrofe aún no está clara a cinco días del desastre.

"No pararemos hasta que se localice a cada desaparecido", dijo el gobernador, Greg Abbott, el martes en una conferencia de prensa. "Sepan también esto: es muy probable que se añadan más nombres a esa lista".

Según Abbott, las autoridades han buscado más información sobre quienes estaban en el popular destino turístico durante el fin de semana del feriado del 4 de julio, pero no se habían registrado en ningún campamento u hotel y podrían haber estado en la zona sin que muchos lo supieran.

Las riberas y colinas del condado de Kerr, a orillas del río Guadalupe, donde se han recuperado la mayoría de las víctimas de la inundación repentina hasta ahora, están llenas de cabañas vacacionales, campamentos juveniles y zonas de acampada, entre ellas, Camp Mystic, un campamento cristiano para niñas con un siglo de antigüedad donde fallecieron al menos 27 campistas y monitores. Las autoridades indicaron que cinco campistas y una monitora seguían desaparecidas.

Varios equipos en hidrodeslizadores, helicópteros y a caballo peinaban el terreno. También utilizaron excavadoras y sus propias manos, revisando la tierra capa por capa, con perros de búsqueda olfateando cualquier señal de cuerpos enterrados.

Se unieron cientos de voluntarios en uno de los operativos de búsqueda más grandes en la historia de Texas. La búsqueda ha sido lenta y se ha visto dificultada por tormentas continuas y densas capas de árboles enredados y escombros.

La inundación repentina es la más letal de las registradas en zonas interiores de Estados Unidos desde la del Cañón Big Thompson en Colorado, ocurrida el 31 de julio de 1976, que dejó 144 fallecidos, apuntó Bob Henson, meteorólogo de Yale Climate Connections. Aquel día, la crecida barrió un estrecho cañón lleno de gente en un fin de semana feriado por el centenario de Colorado.

Las autoridades responsables de la localización de las víctimas enfrentan preguntas cada vez más acuciantes sobre quién estaba a cargo de monitorear el clima y advertir que la crecida se dirigía hacia los campamentos y viviendas.

Abbott dijo que el presidente, Donald Trump, se ha comprometido a proporcionar toda la ayuda que Texas necesite para recuperarse de la tragedia. El mandatario planea visitar el estado el viernes.

Las encuestas realizadas antes de las inundaciones en Texas muestran que la mayoría de los estadounidenses piensan que el gobierno federal debería desempeñar una función importante en la preparación y respuesta a desastres naturales.

Asimismo, un diluvio en Nuevo México provocó el martes inundaciones repentinas en las que fallecieron tres personas.

Escenas de devastación en Camp Mystic

Fuera de las cabañas donde dormían las niñas en Camp Mystic, mantas y almohadas manchadas de lodo salpicaban una colina cubierta de hierba que desciende hacia el río. Entre los escombros había también equipaje de color rosa, púrpura y azul decorado con pegatinas.

Entre los fallecidos allí había una estudiante de segundo grado que amaba los brillos rosados y los lazos, una consejera de 19 años que disfrutaba orientando a niñas jóvenes y el director del campamento, de 75 años.

Las riadas se produjeron antes del amanecer del viernes, después de que las lluvias torrenciales hicieran bajar el agua a toda velocidad por las colinas hacia el río Guadalupe, provocando una crecida de 8 metros (26 pies) en menos de una hora. Algunas campistas tuvieron que salir nadando por las ventanas de las cabañas para ponerse a salvo, mientras que otras se aferraron a una cuerda mientras se dirigían a una zona más elevada.

Apenas dos días antes, los inspectores estatales habían aprobado el plan de emergencias del recinto. Pero en los reportes de inspección de cinco años facilitados a The Associated Press no se ofrecen detalles sobre cómo se instruiría a las campistas sobre la evacuación ni las tareas específicas asignadas a cada miembro del personal y monitor.

Aunque es difícil atribuir un único fenómeno meteorológico al cambio climático, los expertos dicen que una atmósfera y océanos más cálidos hacen que aumenten las probabilidades de tormentas catastróficas.

¿Dónde estaban las advertencias?

También aumentaron las preguntas sobre qué acciones, si es que hubo alguna, tomaron las autoridades locales para advertir a los campistas y residentes que estaban en una pintoresca zona conocida desde hace mucho por los lugareños como el "callejón de las inundaciones repentinas".

Los dirigentes del condado de Kerr, donde se han encontrado alrededor de 90 cadáveres, indicaron que su principal prioridad es recuperar a las víctimas, no revisar lo sucedido en los momentos previos a la riada.

El juez Rob Kelly, el principal funcionario electo del condado de Kerr, señaló que no tienen un sistema de avisos.

Varias generaciones de familias en Hill Country conocen los peligros. Una inundación en 1987 obligó a evacuar un campamento juvenil en la ciudad de Comfort y se cobró la vida de 10 adolescentes, además de anegar autobuses y camionetas.

Durante años, las autoridades locales han hablado de la necesidad de un sistema de alertas. El condado de Kerr solicitó una subvención de casi un millón de dólares hace ocho años para ese sistema, pero la solicitud fue rechazada por la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés). Los residentes se negaron a sufragar ellos mismos la factura, añadió Kelly.

Siguen las labores de recuperación y limpieza

Entre los cadáveres recuperados en el condado, donde además de Camp Mystic hay varios campamentos de verano más, se encuentran los de 30 niños, indicó el jefe de la policía.

La devastación se extendió a lo largo de varios cientos de kilómetros (millas) desde el centro de Texas hasta las afueras de la capital, Austin.

Aidan Duncan huyó justo a tiempo tras escuchar el sonido amortiguado de un megáfono instando a los residentes a evacuar el Riverside RV Park, en la ciudad de Ingram, en Hill Country.

Todas sus pertenencias —un colchón, cromos de deportes, la jaula de su periquito— ahora están cubiertas de barro frente a su casa.

"Lo que está pasando ahora, duele", dijo el joven de 17 años. "Literalmente lloré mucho".

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