El arrepentimiento es un peso con el que Carlos Reynoso, de 39 años, está aprendiendo a vivir.
“Cometí errores en Estados Unidos, cometí errores”, reconoce ahora este hombre que fue separado de su familia después de ser deportado a Tijuana a principios de marzo desde el Valle Central de California.
Se despierta cada día en un albergue para migrantes, lejos de su esposa y sus tres hijos, incluyendo su bebé de cuatro meses.
“Difícil, difícil, incierto, no sé qué va a pasar”, prosigue diciendo Carlos.
La vida de Carlos en Estados Unidos comenzó cuando tenía solo trece años, traído a este país por una madre soltera que lo tuvo cuando tenía apenas doce años. Esperaba alejar a su hijo de las drogas, un vicio que lo atrapó por años.
“En los últimos años, sí he estado sobrio, y es porque ahora tengo una familia para cuidar”.
Su adicción a las drogas lo llevó a una condena en prisión y en su día de liberación recibió el golpe más fuerte de su vida.
“Llegó el día y estaba a punto de irme a casa y me dijeron que no, que inmigración venía por mí. Fue entonces cuando me di cuenta de que me iban a deportar. Me siento muy triste porque no sé qué esperar aquí. No tengo a nadie aquí”, recuerda Carlos.
Rezar es a lo que recurre cuando lo invaden sentimientos de desesperación e impotencia, al pensar que sus hijos igual como él podrían enfrentar una infancia sin padre.
“Bueno, es solo que no sé cómo describirlo, pero es impotencia, especialmente cuando mi esposa me manda videos de mi bebé, mi bebita, ella siempre llora, mi esposa llora, porque mi hija está creciendo sin un padre”, prosigue diciendo.
Más de 37,000 personas fueron expulsadas del país durante el primer mes de mandato del presidente Donald Trump, según el Departamento de Seguridad Nacional.
Una necesidad, dice el presidente, para abordar lo que él considera un problema descontrolado de inmigración ilegal y crimen.
“Estamos rastreando inmigrantes ilegales y criminales y los estamos arrestando, y los estamos botando fuera de nuestro país, no tenemos que pedir perdón. Lo estamos haciendo rápidamente, son personas muy peligrosas”.
Durante la administración de Obama, cuando el número de deportados superan 3 millones, México se vio desbordado, recuerda el padre Pat Murphy, director de Casa del Migrante, donde se hospeda Carlos.
“El canal que está por aquí, solía tener a 4.000 personas viviendo ahí. Cuando llegué, decían que muchos eran deportados y que nadie ayudaba”,
declara el padre Pat.
Anticipándose a escenas similares bajo la administración Trump, el gobierno mexicano estableció unas dos docenas de centros de ayuda para deportados, como este en Tijuana, llamado Flamingos, donde reciben albergue limitado, comida, atención médica, y una tarjeta de débito con cien dólares para ayudarlos a regresar a sus ciudades de origen.
Pero para Carlos, su hogar es donde está su familia.
“Estoy planeando regresar porque no tengo familia aquí. Tengo familia allá, mi mamá, mis hermanos, mis hijos, mi esposa. Solo quiero tomar la decisión correcta. Pero aún no la he tomado, porque sé que si me agarran cruzando, voy a ir a la cárcel”, asegura Carlos.
A medida que pasan los días, Carlos tiene un mensaje para cualquier inmigrante indocumentado en Estados Unidos.
“Camina derecho y piénsalo dos veces porque no quieres estar aquí, es duro, te arrepientes de tantas cosas, y probablemente yo no tenga una segunda oportunidad, así que ellos que tienen la oportunidad ahora, no la desperdicien.
Catalina Villegas - Spectrum Noticias
___________
Te invitamos a que nos visites en el nuevo canal de Spectrum Noticias en WhatsApp. Ahí encontrarás las noticias más relevantes sobre lo que sucede en el país, Latinoamérica y el mundo. Haz clic en este link para acceder al canal. De antemano te agradecemos si te conviertes en uno de nuestros seguidores y expresas con un emoji tu reacción ante lo que publicamos.