Es necesario atravesar la fortaleza de seguridad fronteriza para llegar hasta uno de los denominados "obeliscos", monumentos que en el pasado oficiaban de límite entre Estados Unidos y México. 

En las casi dos mil millas de frontera entre México y Estados Unidos llegamos a este punto singular en el sector de El Paso donde tres fronteras se encuentran y donde el río Bravo se convierte en frontera internacional. Pero antes no se sabía dónde estaba la frontera lo único que le podía decir a la gente donde estaba era este monumento

Hoy en día la frontera de El Paso, Texas es una fortaleza de seguridad fronteriza que intimida, pero no siempre fue así.

El acceso no es fácil para poder ir a ver una ventana hacia ese pasado más simple, la patrulla fronteriza tiene que dejarnos cruzar el muro fronterizo hacia  tierra de nadie y revelar esa historia. Este es el obelisco número uno.

“Antes no teníamos la infraestructura de un muro fronterizo o ninguna cerca. La línea fronteriza estaba marcada por monumentos que llamamos obelisco uno dos y tres etc”, dice el agente de la patrulla fronteriza Orlando Marrero. 

La frontera sur estaba completamente abierta y no existía la patrulla fronteriza. Los inspectores montados eran quienes estaban a cargo

“Para ser un inspector de inmigración todo lo que necesitabas era tener un caballo y pistola”, prosigue contando el agente Marrero.

Pero eran pocos y la frontera es larga. Al principio del siglo veinte las leyes migratorias se endurecieron y es aquí en el parque el Chamizal, que el primer capítulo en la historia de la recién formada patrulla fronteriza se escribió en 1924. 

“Aquí era Camp Chigas, aquí es donde la leyenda comenzó. Esta es la primera estación, el terreno donde establecimos la primera estación y academia de la patrulla fronteriza. Ese es nuestro slogan, donde la leyenda comenzó”, agrega Marrero.

El campo original hoy está en la parte del Chamizal devuelta a México en 1963. Pero los agentes aún caminan con reverencia por aquí.  La patrulla fronteriza crecería hasta convertirse en un ícono y parte indisoluble del paisaje fronterizo.

“Estamos muy orgullosos de ser parte de esta seguridad que es visible en nuestras comunidades y lógicamente que nuestra responsabilidad no termina cuando nos quitamos el uniforme”, cuenta por su parte, el portavoz de la patrulla fronteriza, Claudio Herrera.

Y aunque su historia no ha estado libre de controversias quiere mirar al futuro firme en su misión de proteger la frontera.

“La patrulla fronteriza ha estado vigente por más de cien años y queremos seguir vigentes con la participación de nuestra comunidad”, dice Herrera.

En esa marcha al futuro el obelisco quedará como mudo testigo de tiempos que no volverán. 

 

Adolfo Muñiz - Spectrum Noticias

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