“Una noche estábamos desgranando unos gandules y nos dimos el primer beso y yo eso…se me fue el mundo encima".
Bolívar y Rosa Toribio, ambos de 80 años, fueron bautizados en una parroquia el mismo día en Bonao, República Dominicana, hace más de 8 décadas, sin saber que el destino los uniría nuevamente y esta vez para siempre.
Bolívar dice que para enamorar a su amada durante esa época le costó mucho tiempo y trabajo, aunque todo valió la pena.
“La salida de nosotros era ir al teatro, gracias a Dios que nos dejaban ir porque nosotros no éramos… si no teníamos responsabilidad, porque eso era lo que decían, lo lindo de nosotros es que cuando pasábamos nos decían… esa parejita vale un millón de pesos", contó Bolívar.
“Nos conocimos siendo muchachos, siendo niños como quien dice, nos veíamos ahi en el barrio, ni yo pensaba que íbamos a tener una relación, ni él tampoco porque en realidad no estábamos en eso. Entonces luego él comenzo a decirle a los demás que estaba enamorado y me decían, él mandaba a un muchachito pariente de él cuándo yo pasaba donde él estaba, el niño me decía “adiós mamacita” pero era el que lo mandaba, después supe", dijo Rosa.
Hace mas de 30 años emigraron al país, donde llegaron directamente a Washington Heights.
El reunirse semanalmente con sus 7 hijos, 16 nietos 7 biznietos en su apartamento los mantiene vivos. Y claro que las peleas y discusiones no faltan entre ambos durante el día, la fórmula está en no irse enojados a la hora de dormir, siempre mostrarse afecto y sobre todo respeto, según ellos.
"¿Deme la formula, cómo usted, ha durado tanto?' Y yo le digo 'oír y callar'. Sí, porque si reclama y tú te quedas callada, pues… porque si uno se encuentra 'tú me dices y yo te digo', cuando vienes a ver la cosa se prende, y se comete hasta un error, después uno lo lamenta", explicó Rosa.
Al preguntarles cuál es la clave para tener una relación duradera, ambos dicen que hace falta un amor de esos a la antigua como el de ellos.
“Usted bregaba y bregaba y a veces le tenía vergüenza, o ella a mí, o yo a ella, pero después nos íbamos enamorándonos, acercándonos, hasta que llegábamos a besarnos, para besarnos no como ahora, que se besa el mundo. Teníamos que aprovechar el momentito que no nos viera nadie para darnos un besito", dijo Bolívar.